Nunca estamos preparados para decir adiós, por mucho que intentemos mentalizarnos, la despedida siempre cuesta. Si a eso le añades una pandemia mundial que conlleva un aluvión de restricciones y limitaciones que han puesto nuestras vidas del revés y nos impiden cumplir con nuestras costumbres, la dificultad se incrementa.
Hace unos días, mientras tu cuerpo debatía entre aguantar o dejarse llevar, yo escribía para desahogarme estas palabras:
Ahora que te tengo lejos y duele tanto…
Quizás sea cierto que ya nos dejaste hace unos años,
cuando tu cabeza decidió que no podía más
y dentro de ti algo explotó llevándose tu cordura,
borrando tu silencio
y haciendo brotar todas esas palabras y esos pensamientos que antes callabas.
Pero a pesar de eso, seguías aquí,
tu cabeza volvió un poco a estabilizarse y,
aun podíamos verte,
e incluso reconocerte entre esa maraña de palabras y pensamientos borrosos.
Nos acostumbramos a este nuevo tú,
Aprendimos mucho con esta experiencia,
Y valoramos más,
Ahora que vuelves a amenazar con dejarnos,
Esta vez para siempre,
Duele más,
Echo de menos ahora, incluso a tu ser de palabras y pensamientos cegados por esa explosión.
Me doy cuenta que aún no estamos preparados para dejarte ir,
no estoy preparada para tu marcha
Quédate un poco más, quiero volver a coger y sentir tu mano cariñosa.
Por desgracia, no volveré a coger tu mano, esa mano que siempre había sido tan firme, pero que, últimamente, sentía tan débil, esa mano que me daba seguridad.
Por suerte, el miedo a no volver a reencontrarnos hacía que, en nuestros últimos encuentros yo agarrara esa mano con cariño y disfrutara de su calor más que ninguna otra vez antes.
No son circunstancias normales las que tu cuerpo ha elegido para dejarse llevar, el duelo será más difícil para nosotros, pero te recordaremos felices y orgullosos de haberte tenido en nuestras vidas.
Gracias abuelito, por tantos caprichos concedidos, por haberme dejado que pusiera tus días y tu casa patas arriba (era una niña activa –en algo tenía que parecerme a ti- y con mucha imaginación), por los churros cada mañana, por llevarme “a cuestas”, en definitiva, GRACIAS por cuidarme.
Siempre, siempre, estarás conmigo, con nosotros.
Te queremos.
R.R. dijo:
La distancia. Un personaje muy de moda en los últimos tiempos. Una palabra que ha adquirido oscuros y siniestros ropajes en estos días. Una cruel amante de nostálgicos corazones y amedrentadas almas.
Pero entre tu abuelo y tú nunca habrá distancia, querida amiga. Su sonrisa será siempre esa áspera soga que te ate a él, a su espalda, a sus cansados hombros, entre juego y juego, con el olorcillo alrededor de la humeante comida de la abuela. La distancia se diluye cuando los iris y las pupilas de una familia son auténticos, de serenas y sinceras miradas y reconfortantes lágrimas. Y tu abuelo, chica de los zarcos ojos, siempre llevará consigo tus dos océanos, tu impulsivo carácter y tus eternos besos de nieta. No es un «hasta siempre», no lo olvides. Tu (vuestro) corazón no entiende de eternidades.
(Un beso…)
Me gustaLe gusta a 1 persona
Indecisa Decidida dijo:
Siempre agradecida de leer tus palabras, nunca dejan indiferente y nunca decepcionan.
Un beso enorme.
Me gustaMe gusta
Maria dijo:
Adriana ,tu abuelo ha sido muy buena persona y ha dejado su testimonio de vida y su recuerdo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Indecisa Decidida dijo:
Muchas gracias María. Un abrazo.
Me gustaMe gusta